¿UN NEGOCIO O UNA TRADICIÓN?
Nuestro
país se caracteriza por sus bellos paisajes, por su gastronomía única, por su
gente cálida y por muchas otras virtudes inigualables, pero hay algo que nos
distingue como tradición, y es por los diferentes monigotes que son quemados a
finales de año.
Una fuente económica
La tradición se ha modificado con el pasar de los años pues ésta ya no se la suele realizar con la misma finalidad, la cual como expusimos anteriormente consistía en la unión familiar y disfrutar de un momento ameno y nostálgico por el año que dejábamos atrás, entre amigos elaborando el monigote.
A lo largo de la calle 6 de marzo, centro-sur de Guayaquil, se encuentran decenas de familias que dedican su tiempo a realizar este arte, y lo ven como una opción para salir a delante y llevar el pan a su mesa.
Sus precios van desde los 5$, los más pequeños y menos elaborados hasta los 250$ el más grande y vistoso, dejando de lado la remuneración que se pide solo por tomarse una foto con aquellas obras maestras. Sin embargo, los artesanos alegan que ellos no ven ganancia sino hasta final de año como asegura Matilda Flores “la gente espera hasta el último momento para comprar y muchas veces nos quedamos varados con los muñecos hechos y nos toca quemarlos, ocasionando perdida de dinero”, todo esto debido a la típica tradición del ecuatoriano de dejar para últimas instancias las compras de las ya conocidas festividades.
A pesar de todo lo que conlleva no solo la elaboración de los monigotes y de la economía que los rodea, no deja de ser atractivo para los ciudadanos guayaquileños y no solo para los de la urbe sino también para aquellos que la visitan desde dentro del país como fuera del mismo, solo para apreciar la belleza que desborda la calle 6 de marzo año tras año con la exposición de miles de monigotes.
Arte
Dirigiéndonos al suburbio de la urbe porteña, nos encontramos con los denominados “GIGANTES DE CARTON” son monigotes de casi 12 metros de alto, la cual para el mes de diciembre es uno de los principales atractivos turístico.
Su preparación la empiezan desde noviembre, debido a que su trabajo es arduo y complejo, elevando al máximo su creatividad comunidades se unen para ganar el uno de los concursos mas esperados anualmente que es auspiciado por LA MUY ILUSTRE MUNICIPALIDAD DE GUAYAQUIL y que otorga 2000$ al primer lugar, 1000$ al segundo y 500$ al tercer lugar.
Los artesanos exhiben cada una de sus creaciones hechas de madera y papel, moldeándolas hasta casi hacerlas parecer a la original. Su labor se basa en todo su esfuerzo y dedicación, plasmando en aquellas obras el talento innato que poseen nuestros ciudadanos.
Testimonios
Basándonos en cientos de interrogantes decidimos hacer preguntas a las personas que elaboran los monigotes y a transeúntes para saber la posición y la opinión y de las cosas que mas se llamo la atención fue que las familias que se dedican a estas elaboración son por lo general una tradición de familia pasando de generación en generación y llevando más de dos décadas poniendo a trabajar sus creatividades como es el caso de Pedro Samaniego quien lleva 18 años es este arduo pero hermoso trabajo, también alega diciendo que empiezan desde del mes de septiembre y que aquellos que hacen bien su trabajo se les remunera todo, en cambio pero los artesanos principiantes se les dificulta mas vender toda la mercadería.
Caminando por las 6 de marzo pudimos notar que quizás no habían tantos monigotes expuestos como en otros años suelen estar, esto es nos comenta “Kevin”, quien es otro artesano reconocido en su comunidad, se debe a que personas de la región interandina compran los monigotes por cantidades debido a que en esa zona del país se les dificulta mas elaborarlos por el frio. Sin embargo, también influye la crisis económica que el país está atravesando
“Los monigotes no solo forman parte de la economía de muchas familias sino también son parte de nuestra cultura e historia, aprendamos a valorar lo nuestro que comprando aunque sea una de estas obras no solo terminamos bien el año sino que ayudamos a una familia a mantener su sustento”
Acerca de esta costumbre existen indicios de su origen a fines del siglo XIX y
principios del siglo XX. El investigador Darío Guevara ha manifestado que tiene
posible origen en ritos y sacrificios de los indígenas, antes de la Colonia,
que se relacionaban con los ciclos agrícolas. El tradicionalista guayaquileño
Hugo Delgado Cepeda lo remonta al pueblo colombiano. El historiador Rodolfo
Pérez Pimentel cuenta que antaño se celebraba desde las 10 de la mañana con
comparsas de 10 a 20 personas, que portaban un muñeco de trapo y pedían dinero
a los transeúntes para comprar el puro de anís, conocido como Mallorca. Las
viudas acompañaban, y a las 7 de la noche se quemaban los muñecos.
Hace
aproximadamente 60 años, los muchachos de los barrios populares guayaquileños
confeccionaban los muñecos con ropa y zapatos viejos, aserrín y una careta de
cartón y barbas de algodón que compraban a 1 o 2 sucres. Un chico lo cargaba al
hombro; otro se disfrazaba de viuda para pedir la famosa caridad.
A las 12 de la noche era la quemazón. Con el dinero obtenido se compraba bebidas alcohólicas para tomar hasta que el cuerpo aguantara. Las clases altas del Barrio del Centenario también participaban de la tradición, pues quemaban el monigote, cenaban y luego los mayores iban a bailar al Club de la Unión.
A las 12 de la noche era la quemazón. Con el dinero obtenido se compraba bebidas alcohólicas para tomar hasta que el cuerpo aguantara. Las clases altas del Barrio del Centenario también participaban de la tradición, pues quemaban el monigote, cenaban y luego los mayores iban a bailar al Club de la Unión.
La
costumbre está popularizada en todo el país; en la zona interandina, los
monigotes son construidos con ropa vieja y rellenos de papel periódico o
aserrín y luego son colocados una careta o mascara con la cara del personaje a
quemar ese año, en la región de la costa los monigotes son más elaborados,
construidos de cartón y goma, luego son pintados con las características del
personaje que representan, la noche del 31 los viejos, como son llamados, son
expuestos en las puertas del las casas con los famosos testamentos los cuales
con las “cosas que deja el año viejo al que viene” estos son realizados en
forma de sátira.
Una fuente económica
La tradición se ha modificado con el pasar de los años pues ésta ya no se la suele realizar con la misma finalidad, la cual como expusimos anteriormente consistía en la unión familiar y disfrutar de un momento ameno y nostálgico por el año que dejábamos atrás, entre amigos elaborando el monigote.
Se le ha dado un matiz diferente en base a su
realización, basándose más en lo comercial y lucrativo.
A lo largo de la calle 6 de marzo, centro-sur de Guayaquil, se encuentran decenas de familias que dedican su tiempo a realizar este arte, y lo ven como una opción para salir a delante y llevar el pan a su mesa.
Sus precios van desde los 5$, los más pequeños y menos elaborados hasta los 250$ el más grande y vistoso, dejando de lado la remuneración que se pide solo por tomarse una foto con aquellas obras maestras. Sin embargo, los artesanos alegan que ellos no ven ganancia sino hasta final de año como asegura Matilda Flores “la gente espera hasta el último momento para comprar y muchas veces nos quedamos varados con los muñecos hechos y nos toca quemarlos, ocasionando perdida de dinero”, todo esto debido a la típica tradición del ecuatoriano de dejar para últimas instancias las compras de las ya conocidas festividades.
A pesar de todo lo que conlleva no solo la elaboración de los monigotes y de la economía que los rodea, no deja de ser atractivo para los ciudadanos guayaquileños y no solo para los de la urbe sino también para aquellos que la visitan desde dentro del país como fuera del mismo, solo para apreciar la belleza que desborda la calle 6 de marzo año tras año con la exposición de miles de monigotes.
Arte
Dirigiéndonos al suburbio de la urbe porteña, nos encontramos con los denominados “GIGANTES DE CARTON” son monigotes de casi 12 metros de alto, la cual para el mes de diciembre es uno de los principales atractivos turístico.
Su preparación la empiezan desde noviembre, debido a que su trabajo es arduo y complejo, elevando al máximo su creatividad comunidades se unen para ganar el uno de los concursos mas esperados anualmente que es auspiciado por LA MUY ILUSTRE MUNICIPALIDAD DE GUAYAQUIL y que otorga 2000$ al primer lugar, 1000$ al segundo y 500$ al tercer lugar.
Los artesanos exhiben cada una de sus creaciones hechas de madera y papel, moldeándolas hasta casi hacerlas parecer a la original. Su labor se basa en todo su esfuerzo y dedicación, plasmando en aquellas obras el talento innato que poseen nuestros ciudadanos.
Testimonios
Basándonos en cientos de interrogantes decidimos hacer preguntas a las personas que elaboran los monigotes y a transeúntes para saber la posición y la opinión y de las cosas que mas se llamo la atención fue que las familias que se dedican a estas elaboración son por lo general una tradición de familia pasando de generación en generación y llevando más de dos décadas poniendo a trabajar sus creatividades como es el caso de Pedro Samaniego quien lleva 18 años es este arduo pero hermoso trabajo, también alega diciendo que empiezan desde del mes de septiembre y que aquellos que hacen bien su trabajo se les remunera todo, en cambio pero los artesanos principiantes se les dificulta mas vender toda la mercadería.
Caminando por las 6 de marzo pudimos notar que quizás no habían tantos monigotes expuestos como en otros años suelen estar, esto es nos comenta “Kevin”, quien es otro artesano reconocido en su comunidad, se debe a que personas de la región interandina compran los monigotes por cantidades debido a que en esa zona del país se les dificulta mas elaborarlos por el frio. Sin embargo, también influye la crisis económica que el país está atravesando
“Los monigotes no solo forman parte de la economía de muchas familias sino también son parte de nuestra cultura e historia, aprendamos a valorar lo nuestro que comprando aunque sea una de estas obras no solo terminamos bien el año sino que ayudamos a una familia a mantener su sustento”
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